Turistas somos todos y todas
Diario de Noticias 5 de agosto de 2017
La saturación turística en lugares como Barcelona o el Levante exigen un debate sin infantilismos ni demagogias políticas, mientras que Navarra debe avanzar en un modelo que garantice desarrollo, sostenibilidad, empleo y equilibrio territorial
La campaña de pintadas iniciada por grupos de jóvenes vinculados a las CUP en Catalunya, Baleares y Valencia contra la saturación turística en Barcelona y los núcleos más turísticos, y que la organización Ernai -las juventudes de Sortu-, ha copiado absurdamente en San Sebastián, no son sino fáciles argumentos de propaganda política para ganar protagonismo mediático de forma fácil que los medios de comunicación de Madrid han aprovechado para arremeter de nuevo contra el proceso soberanista en Catalunya vinculado todo ello a la vieja kale borroka. De hecho, una vez más estas estrategias con altas dosis de infantilismo político acaban de servir a los intereses contrarios a los que en teoría pretenden y acaban diluyendo el objeto del debate en la parte más anecdótica de la pintada o las acciones de protesta. Esto es, se puede alcanzar protagonismo político y mediático, pero el balance final -y la historia reciente de este país en ese mismo modelo lo ratifica- es desastroso. Pero ello no obvia que el turismo y su progresiva masificación, allá donde se produce, no requiera de un debate a fondo que analice sus consecuencias sociales, de habitabilidad, laborales, medioambientales o económicas. En realidad, ese no es aún el caso de Iruña -el problema de convivencia en el Casco Viejo de Iruña tiene que ver más con el ocio nocturno semanal que con el turismo-, o Navarra en su conjunto, pero tampoco el de San Sebastián o Bilbao en comparación con Barcelona u otras ciudades turísticas como Venecia o París, donde ya se han tomado medidas legales para frenar el modelo turístico abusivo y desregulado que ahora se está denunciando en Catalunya. El debate sobre el modelo de turismo de cada territorio es necesario y recurrente, y, en el caso de Navarra, se está abordando con nuevos planteamientos en todas sus aristas -culturales, de ocio, folclóricas, medioambientales, paisajísticas, deportivas, festivas, gastronómicas, servicios, etcétera-, como uno de los nichos de futuro de desarrollo, equilibrio territorial y empleo. De hecho, todo ello ha ido generando un avance del turismo en Navarra impensable hace sólo 10 años con un incremento de visitantes y ocupación progresivo año tras año. El modelo turístico en Navarra es estable social y territorialmente, pero Navarra tiene que seguir invirtiendo y poniendo imaginación creativa para que el turismo se consolide como un motor más de su desarrollo económico y equilibrio territorial y no como un burdo argumento arrojadizo de la contienda política diaria.