Saturación total
Jorge Nagore 05·10·22
Ahora son los vecinos de la calle del Carmen los que “ya no sabemos qué hacer” ante el ruido del fin de semana, la suciedad, etc, etc, etc. La pandemia trajo una cosa buena: extendió el silencio por la ciudad y ese silencio, que muchas y muchos habitantes no conocían, se volvió a romper cuando se levantaron las restricciones. El jolgorio ha vuelto en toda su extensión y multiplicado, puesto que se ha incrementado y mucho el volumen de gente que está en la calle con respecto al interior de los bares. Ayer hablaba de la plaza del Castillo, pero, salvo algunas pocas calles más silenciosas o con poca hostelería, pasa en San Gregorio, San Nicolás, Labrit, Estafeta, Tejería, Mercaderes, plaza del Mercado, Navarrería, Pozoblanco, Comedias, etc, etc, etc. El Casco Viejo de Pamplona necesita urgentemente un compromiso político y del ayuntamiento serio y estable de lucha contra el ruido, que es un factor agresor de la salud de un nivel altísimo. El ruido es un factor amenazante muy obvio y quienes hemos vivido en zonas de juerga lo sabemos de sobra. En lo Viejo viven unas 11.000 personas, más o menos el 5% de la ciudad, pero se comen con patatas aproximadamente el 75% o más del ruido festivo, con situaciones y lugares en los cuales las dinámicas están ya instaladas y son, con la actitud institucional actual, imposibles de revertir. Para los casi 200.000 habitantes restantes de Pamplona lo Viejo es un abrevadero con pintxos y fritos y no hace falta ser un cafre para con tu volumen de voz y tu alegría y tu jatorrismo ser un decibelio más que sumar a los millones que aguanta cada vecino al cabo de un año. Hay que buscar soluciones. Buscarlas, implantarlas y exigirlas. No puede ser que unos vecinos tengan que ser porque sí el capacico de las hostias de todos los demás. Todo tiene un límite y los grupos del ayuntamiento tienen que ponerse ya las pilas. Pero en serio.