PARTE VIEJA DONOSTIARRA: NO QUEREMOS RÉQUIEM (3)
JOSÉ IGNACIO ANSORENA 17/01/2020
En pocos días llegará la fiesta grande de los donostiarras: el día de San Sebastián. Sospecho que si el santo resucitara, nos pediría que cambiaramos el nombre a la ciudad. Lo martirizaron y mataron por defender sus creencias. Los donostiarras actuales no tenemos una fe tan fuerte como él, pero, en cuanto comienza a asomar en el ambiente el trapatatán, se nos enciende una nueva fe, en nombre de la cual ha de perdonarse cualquier exceso.
Si uno vive en la Parte Vieja y más si lo hace en la Consti, le resultará mejor escapar de su casa esa noche. En caso contrario, con tapones injertados en los oídos y ayuda de alguna medicación, además de buena suerte, acaso consiga dormir cuatro cuartos de hora. No los cuatro seguidos, eso sería un lujo excesivo para los parias. Debajo de casa se plantarán durante el día y toda la noche veintiséis tamborradas. Donostia Kultura coloca todos los años en las entradas de la plaza unos grandes cartelones que detallan los horarios de cada una: 23:45, 1:20, 2:00, 2:55, 3:30, 4:05… La mayoría de ellas interpretan allí la que en una época resultaba emocionante Marcha de San Sebastián. Algunas dos veces. Y todas con un solemne sentido trascendente. Al parecer, el sonido de los tambores allana el camino para la emoción espiritual colectiva y el misticismo. En nombre de la tradición, aunque se haya inventado ayer, cualquier tontería se santifica.
¡Pero si solo es un día al año! –suelen exclamar algunos conciudadanos, siempre vecinos de otros barrios–. Un día es un día y siete media docena, refleja el dicho popular. Si se hace contabilidad ajustada, ese único día se multiplica: Santo Tomás (el santo incrédulo no podría creer lo que sucede hoy en el día de su festividad), Fiestas Eúscaras (ha desaparecido de ellas la sokamuturra por respeto a los animales, pero acaso podría volver a organizarse con humanos. Algunos estarían mejor atados con la cuerda y el aro en el morro que sueltos); Nochevieja, Semana Grande, todos los fines de semana de verano, muchísimos días laborables… Esta acumulación de días y horarios festivos ha conseguido que últimamente comencemos a cotizar en un nuevo ranking: el de las peleas nocturnas.
¡Ya sabéis dónde vivís! También es una frase escuchada con frecuencia. En efecto, lo sabemos y por eso nos quejamos. Y no deseamos un réquiem para nuestro barrio, por muy hermoso que sea. Somos nosotros los que diariamente no esforzamos en mantener el barrio vivo. Y pedimos a las autoridades que nos garanticen el mínimo exigible. Y al resto de los donostiarras, respeto: Respeto en los que nos visitan.
El Ayuntamiento ha pasado muchos años sin ocuparse debidamente de sus obligaciones con este barrio. Acaso por eso ahora se acerca el Altísimo a enderezar las cosas: el Gobierno Vasco. Ha declarado la Parte Vieja Conjunto monumental. Estamos a la espera de qué da de sí tan formal calificación. Hemos escuchado en las radios con frecuencia: Euskadi, trabajo comunal y Lo primero, la persona. En nuestro caso, hasta ahora no.
Abundan entre nosotros escritores y escritoras de literatura de consumo que escriben sobre temas escabrosos con gran éxito de ventas. Sobre algunas novelas de este tipo, incluso se han realizado películas. Me gustaría hacerles una propuesta: que no derritan sus magines inventando ficciones increíbles. En nuestro barrio suceden abundantes cosas siniestras y pueden recoger información cumplida de boca del vecindario. Acaso por medio de esas obras podríamos conseguir enternecer las conciencias de las autoridades y algunos conciudadanos.
Habría que actualizar el texto de la famosa habanera de Perico Ugalde: Parte Vieja donostiarra, ¿qué tienes que tantos fondos de inversión atraes?
(Por desgracia… continuará)