Los ruidos y suciedad del juevintxo obligan a la policía municipal a aumentar la vigilancia
Kepa García – Sábado, 12 de Septiembre de 2015
Agreden a dos vecinas de Estafeta al acceder a su casa
Los agentes patrullaron las calles para avisar sobre la normativa
Quejas vecinales contra la masificación
pamplona – Una iniciativa tan exitosa como el Juevintxo, que un grupo de hosteleros pamploneses puso en marcha hace cuatro años, lleva camino de convertirse en un nuevo motivo de malestar del vecindario del Casco Viejo por culpa de la cantidad de ruidos y desperdicios que se generan, sobre todo en algunas calles concretas como Tejería, Estafeta, San Nicolás o Navarrería.
La presencia cada jueves de varios cientos de personas que se acercan a la demanda ofrecida por determinados bares (pincho y bebida por dos euros) ha convertido algunas zonas en puntos de masificación, con los problemas que acarrea para los residentes en cuanto a dificultades para descansar o de orden público, como la agresión que sufrieron el jueves en la calle Estafeta dos vecinas cuando intentaban acceder a su domicilio.
Según los datos facilitados a este periódico, fueron agredidas por cinco personas que se encontraban en la puerta. Los agresores desaparecieron cuando llegaron los agentes de la Policía Municipal.
La situación ha llegado a tal punto que el pasado jueves el área de Seguridad Ciudadana decidió destinar a varios agentes a patrullar por algunas de las calles más concurridas para avisar a la personas que se encontraban en la calle que recogieran los desperdicios que generaran y recordarles la prohibición de consumir alcohol en la vía pública a partir de las doce de la noche; y a los dueños de los bares, sobre la obligatoriedad de controlar que sus clientes no sacasen las bebidas al exterior.
En al menos un caso, los policías intervinientes en la noche del jueves tramitaron una denuncia contra un establecimiento por incumplir la ordenanza municipal vigente.
vídeo de la suciedad Recientemente, un vídeo grabado por los vecinos en la calle Tejería puso al descubierto el estado en el que quedan los espacios públicos donde se concentran varios de los establecimiento que forman parte de la iniciativa después de un Juevintxo. Vasos, platos, botellas y todo tipo de residuos se encontraban desperdigados por las aceras antes de que los servicios de limpieza acondicionaran la calle, convertida por unas horas en un botellón multitudinario.
Para algunos vecinos del Casco Viejo, como es el caso de Javier Fernández, el problema no se soluciona con limpiar más o ensuciar menos -lo que tampoco vendría mal, visto cómo quedan algunas calles – porque los ruidos, en opinión del afectado, constituyen el mayor problema al que se enfrentan los residentes, incluidos los que provocan los servicios de la limpieza municipal. “Cuando termina todo el jaleo, sobre las cuatro de la mañana, comienza el ruido de la limpieza. Primero la máquina barredora para quitar toda la porquería del suelo y luego el recogedor de vidrios, que en esas calles hace un ruido ensordecedor. Así es imposible descansar, ya no digo dormir”.
En su opinión, el problema tiene que ver más con la proliferación de locales en el Casco Viejo que con la suciedad que provocan los clientes; con el número de las licencias concedidas y con la existencia de locales más pequeños que abastecen de bebidas y comidas a los clientes cuando los bares cierran.
“Hemos convertido una zona residencial en un polígono industrial, donde uno va de bar a bar. Para mucha gente residir en el Casco Viejo se está convirtiendo en una dificultad muy costosa para la salud física y mental”, comentó Javier Fernández.
concienciar para no ensuciar Para Fernando Cuesta, responsable de La Sureña, cervecería ubicada en la calle Tejería, la solución solo vendrá dada por una mayor concienciación de los clientes para no ensuciar -en la zona hay varios contenedores- y por controlar mejor algunos locales que venden bebidas alcohólicas fuera de los horarios normales. Cuesta hizo referencia al compromiso de los responsables de los establecimientos para limpiar los espacios públicos que corresponden a sus locales, pero asegura que no evita que la calle quede sucia después de la hora de cierre.
“He salido muchas veces con la escoba a limpiar mi trozo, pero al rato estaba otra vez sucia y los vecinos me denuncian a mí. No creo que sea ésta la forma de solucionar las cosas, además hay locales que venden bebidas fuera de los horarios”, comentó Cuesta.
Su local tiene hasta 20 denuncias por este motivo, una de ellas por importe de 6.000 euros, y según asegura la situación le está creando dificultades personales. Las denuncias están recurridas.
La realidad es que el ocio de Pamplona cada vez está más concentrado en el Casco Viejo. El problema tiene difícil solución, porque se trata de armonizar los intereses de los vecinos que tienen derecho a descansar y el de los negocios de la hostelería, que en la zona han encontrado un filón.