Hablemos de la contaminación acústica
Tere García 24 de enero de 2019
La contaminación acústica suele relacionarse solo con el ruido, aunque en realidad, es un factor que altera negativamente nuestras condiciones de vida, es decir, nuestra salud
La invisibilidad del impacto en el entorno de la contaminación acústica es un hecho evidente ya que no deja residuos físicos, tangibles, así como tampoco se mantiene constante en el tiempo. Este tipo de contaminación es un fenómeno asociado a determinadas actividades humanas que tienen lugar en diversos emplazamientos y que, lógicamente, a mayor ruido que produce una actividad, mayor será el nivel de contaminación acústica.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), el ruido es altamente perjudicial y uno de los factores medioambientales que provoca más alteraciones en la salud, después de la contaminación atmosférica. Muchos de los problemas que conlleva están relacionados a la pérdida de audición, aunque muchos otros se relacionan a factores psicológicos (estrés, ansiedad, irritabilidad, depresión…) así como fisiológicos (alteración de la frecuencia cardíaca y respiratoria, afectaciones de sueño, partos prematuros…). Sin embargo, el problema principal es que nos hemos acostumbrado a soportar el ruido, y lo más grave, también nos hemos acostumbrado a generarlo.
Una muestra clara es la congestión de tráfico – principalmente en los centros urbanos – ya que solo nosotros somos los verdaderos causantes y responsables; de hecho, solo el ruido del tráfico rodado afecta a la salud de al menos, un tercio de los europeos.
En Europa, una de cada cinco personas está expuesta a niveles de ruido de tráfico superiores a los límites establecidos
La OMS considera ruido cualquier tipo de sonido superior a los 65 decibelios durante el día y 55 decibelios durante la noche. Por lo general, la organización recomienda limitar la exposición al ruido de tráfico rodado a 53 decibelios mientras que, durante la noche, este umbral no debe exceder de los 45 decibelios. El tráfico aéreo también está estrictamente limitado pues el ruido procedente de los aviones no debe superar los 45 decibelios durante el día y 40 decibelios por la noche.
Tal y como se apunta en su reciente informe, el ruido procedente de las actividades vinculadas a la recreación y tiempo libre en entornos citadinos – ferias, festivales, locales, dispositivos electrónicos personales…– supera muchas veces los 70 decibelios durante las 24 horas.
Desde hace años, la OMS recomienda a los gobiernos europeos establecer medidas para reducir la contaminación acústica puesto que, en Europa, una de cada cinco personas está expuesta a niveles de ruido de tráfico superiores a los límites establecidos. Pese a que está demostrado que la vida en la ciudad cada vez es más ruidosa, aún son pocas las localidades que se han sensibilizado con este problema.
Pero, ¿qué medidas se están tomando para reducir la contaminación acústica?
En la Unión Europea, las ciudades de más de 100.000 habitantes deben informar de los niveles de contaminación acústica mediante mapas de ruido, con el fin de que la ciudadanía esté informada y alertada. En España, todas las aglomeraciones que superan esta cifra, así como los grandes ejes de transporte, ya cuentan con los mapas de ruido (véase a modo de ejemplo, los mapas de ruido de la ciudad de Barcelona).
En este aspecto, los ayuntamientos tienen un papel fundamental; es decir, dependiendo de la localidad donde nos encontremos habrá diferentes tipos de límites para considerar si una actividad produce (o no) contaminación acústica. En función de eso, se puede alertar a las autoridades municipales competentes si se superan los límites permitidos para tomar medidas al respecto.
Además, es necesaria la realización de planes de acción con el fin de reducir el ruido de las zonas más afectadas.
En la actualidad ya se están implementando estrategias y soluciones tanto preventivas como curativas para aminorar la contaminación acústica en los entornos urbanos. Las medidas preventivas están asociadas a aquellas que buscan la eliminación de las fuentes de ruido; así, la peatonalización, la supresión de carriles o la incorporación de zonas verdes –entendidas como zonas silenciosas– son algunos ejemplos. Sin embargo, las medidas curativas podrían asociarse a esas intervenciones que tomamos para contrarrestar, en la medida de la posible, el impacto que produce la contaminación acústica; algunos ejemplos podrían ser la incorporación de la doble ventana para amortiguar el ruido exterior, la implementación de pavimentos sono-reductores en las calzadas, las barreras acústicas en las vías rápidas, etc.
En este documento realizado por la OMS en 2018 titulado Guías para el ruido urbano se pueden consultar todos los datos para conocer las fuentes y medición del ruido, sus efectos adversos sobre la salud, su gestión, así como conocer posibles medidas preventivas y recomendaciones para proteger nuestra salud.