De los Sanfermines y otras fiestas ‘populares’
L.M.S Lunes, 1 de Agosto de 2016
Estas cosas las escribimos quienes ya estamos “pasados de rosca”, según dicen, sobre todo los que después de disfrutar (¿?) de una noche de juerga, de maldormir derrumbado y derrotado allí hasta donde conseguiste llegar, de echar hasta la primera de las papillas y de triunfar logrando agarrar la vertical, se encuentran a la cuadri y comentan: “¡Qué de puta madre lo pasamos ayer, eh!”. Alrededor, bajo una espesa y pegajosa capa de mierdas mil, de latas vacías, cascos de botellas, restos de bocatas, vomitonas de todos los colores y el non plus ultra del guarrerío y de la porquería, se adivinan más que se ven los adoquines de la calle.
Leo y me cuentan gentes que considero de criterio, con un asombro que se impone a razonamiento alguno, que “en esto es en lo que se han convertido los Sanfermines” y bastantes más días al año. De vecinos que, ¡cuidado con molestar!, se las ven y las desean para poder acceder a sus domicilios jugando al txingil (a saltos, a la pata coja) como cuando eran niños y enfrentándose a las miradas cuasiasesinas de los amos de la calle (como el Fraga de “la calle es mía”), sentados o tumbados en el santo suelo y rodeados de litronas, vasos de plástico y bolsas de “alimentos” varios por doquier.
Algo ha cambiado (a peor) en todo este jaleo, “hasta para emborracharse hay que tener clase” recuerdo haber oído recriminar al que iba de colgáo y se sobrepasaba con todo el mundo, y toda la munda por supuesto, y es de solución difícil porque en un momento se dio suelta y cuerda larga y no hay alcalde (empezando por Joseba Asiron, ya perdonarás) que consiga meterle mano a la cosa y reducir, no digamos ya acabar, con tal desaguisado. “No es fácil entender porqué es más popular y participativo consumir en una txozna, en detrimento del bar de la esquina, que contribuye religiosamente a la Hacienda de todos. Tampoco parece nada convincente que para ser “popular”, “jatorra” o “participativo” haya que ir, forzosamente, con pinta de sucio, vociferar de madrugada, correr delante de un becerro o echarse a la calle sin hora hasta que el cuerpo aguante; ni que el kalimotxo sea más progre que el helado de nata y moka”, escribió Luis Alberto Aranbarri (del PNV, o sea que un facha) y copió el etnógrafo y amigo Antxon Aguirre Sorondo (+) en Identidad y fiestas, un análisis de los muchos suyos tan valiosos.
Algo hemos hecho mal o alguien ha hecho algo mal sin parar en posibles consecuencias; es un hecho (no vamos a empezar con tesis sociales ahora) que la juventud, por inexperta e inocente y porque es joven, es materia fresca, blanda y manipulable. Tampoco, ni mucho menos, es cosa de generalizar pero a uno le da que tanto trikipoteo, bertsopoteo, solaspoteo y todopoteo influencia negativa y alguna culpa tienen en todo esto. Que se comienza en dotrinaetxea, se alecciona interesadamente con lo de libertad y el tienes derecho, y se acaba tal cual.