Concentración vecinal a la hora del poteo
Pedro Gómez 17/09/202
Un centenar de personas alza la voz contra las molestias y pide al Ayuntamiento que “haga cumplir las normas”
Mientras numerosas de cuadrillas de jóvenes se divertían por buena parte del Casco Antiguo de Pamplona, un centenar de vecinos se concentró en la plaza consistorial para reclamar el fin de las molestias que sufren de forma endémica. No molestes. Déjanos dormir. Ayuntamiento, haz cumplir las normas. Estos tres “derechos elementales” estaban plasmados en la pancarta que portaba el colectivo Convivir en lo Viejo-Aldezaharrean Bizi. Buena parte de los manifestante portaban las tiras que César Oroz ha publicado en las últimas semanas en Diario de Navarra a cuenta de los botellones. “Sí, soy un vencido del Casco Viejo”, expresaba una de las tiras.
La concentración tuvo lugar a las ocho de la tarde. A esa hora, la afluencia de gente en la zona de San Nicolás, Estafeta y Mercaderes era notable pero con ausencia de incidentes. De hecho, algunos vehículos policiales que horas antes se encontraban en Mercaderes y Sarasate ya no estaban. Anoche no se veían cuadrillas de jóvenes como ocurrió a finales de agosto y principios de septiembre. Hace una semana fue la hostelería la que visibilizó su malestar con un cierre prácticamente total de sus establecimientos. Aquella noche, y por primera vez en semanas, el vecindario pudo ejercer su derecho al descanso.
“LO MÁS GRAVE, EL EXILIO”
En representación de los vecinos, Julio Pérez explicó a los periodistas que lleva casi 50 años viviendo en el Casco Antiguo y han sido los últimos años cuando la situación ha ido cambiando. “Los incidentes de estas semanas han sido la guinda, pero violencia ha habido antes, agresiones a vecinos que han terminado en juicio, intentos de entrar en viviendas…”, señaló el portavoz, que apuntó que “lo más grave es el exilio, familias que han decidido dejar sus casas e irse a vivir a otros barrios”.
Pérez también fue el encargado de leer el manifiesto que había preparado el colectivo. “No queremos hablar del botellón como un fenómeno aislado. Porque esto es solo el síntoma de otros problemas que se han ido fraguando en la ciudad, y especialmente en el Casco Viejo. Y esto es imprescindible si no queremos ser reduccionistas. Porque hay que hablar de dinámicas de movilidad, del modelo de barrio, del espacio público – concepto olvidado por la clase política-, de los circuitos de consumo, del uso de los diseños urbanos, de las ofertas de ocio y de muchas cosas más”, señaló.
Según el vecindario, no es posible analizar el botellón como si fuera una “aislada y furiosa tormenta de verano”. “Este viejo conflicto pasa por contar, de verdad, con la ciudadanía afectada. Con la imprescindible presencia de la vecindad y asociaciones del barrio a la hora de aportar soluciones vinculantes”, leyó Pérez.
El portavoz citó algunas fechas que han sido claves. Ya en 1987 el Casco Antiguo fue declarado zona saturada de bares. En 2006 se anuló dicha prohibición con el objetivo de “revitalizar” el centro histórico. Entre 2006 y 2014 se concedieron 74 licencias: 41 nuevas y 33 para reformas, según datos del colectivo. En 2015 el cuatripartito decretó una moratoria que suspendió temporalmente la concesión de nuevas licencias. Se hizo en base a un informe técnico que admitía que la apertura de estos nuevos locales “conllevó una confluencia masiva de clientes en las calles del Casco Viejo, con el incremento de molestias para sus habitantes (ruidos, olores, suciedad, dificultad de acceso a viviendas), llegándose a un punto de alarma social, siendo constantes las quejas y reivindicaciones de los vecinos a su derecho a vivir con dignidad en el Casco Antiguo”.
NO A LA AMPLIACIÓN DE HORARIO
Así, Convivir en lo Viejo concluye que “por obra y gracia de intereses comerciales y políticos” el centro se ha convertido en un bar a cielo abierto, situación que ahora es difícil de revertir. “Soportar este modelo de barrio tiene un alto precio -señalaba el manifiesto- difícil de percibir si no vives aquí. Sin embargo, esto goza de gran aprobación entre buena parte de la población de Pamplona, clientela principal del barrio, y también de una clase política abonada al buenismo equidistante o directamente alineada con el sector hostelero y sus exclusivos intereses”.
El colectivo vecinal expresó que no vale con decir que es un asunto “complejo y de difícil solución”, ni “darle largas, o montar mesas, informes o consultas, todo ello revestido de ese participacionismo que calma conciencias institucionales”. “Hoy en este barrio no es posible una socialización nocturna exenta de conflictos que, además, vulneran los derechos constitucionales de la vecindad. Porque el Casco Viejo ya es un espacio sustraído de toda habitabilidad en el que prima una única actividad. Así que esto está llamado a implosionar si no se corrigen tendencias muy peligrosas. Con pandemia o sin ella”, prosigue el texto.
El colectivo vecinal duda de que la ampliación del horario de la hostelería vaya a mejorar las cosas. “Ampliar el horario alarga la posterior movilidad nocturna y con ello se aumenta el problema y se niega la solución”, opinan. “Esto es una cuestión de modelo de barrio y de los intereses que operan sobre él. Porque si durante años se ha promocionado este modelo, no podemos esperar una desescalada amable. Porque una sociedad anestesiada necesita estímulos cada vez más enérgicos para proporcionar a la gente alguna sensación de estar viva. Y este modelo sirve para eso”, concluye el manifiesto.
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