Ciudad terraza
Jorge Nagore 11.05.2022
La semana pasada se anunció que muchas de las terrazas de hostelería de Pamplona que se crearon nuevas a raíz de pandemia y las que se ampliaron respecto a las que ya existían podrán seguir funcionando si cumplen determinados parámetros, que varían según zonas, quejas, metros, si eran terraza antes o no, etc, etc. Bueno, supongo que nadie con buena fe niega a un negocio con buena fe que tenga lo que antes no tenía y que pueda sacar la cabeza después de un par de años nefastos cuando no tremebundos. Algunas terrazas es cierto que no hacen mal a nadie y sí bien a sus propietarios y en ese sentido todo lo que sea estudiar cada caso y dar facilidades es positivo. El problema es cuando esto se ejecuta de manera cuasi masiva o cuando menos cuantitativamente muy importante y se hace, como siempre, sin contar con la opinión vecinal, que ve cómo por unas cosas o por otras quienes siempre salen perdiendo son los vecinos. Porque seamos claros: aunque vivas en una zona tranquila, si debajo de tu bloque de pisos hay una terraza y en esa terraza antes inexistente se te ponen dos o cuatro de mañaneo o de tardeo, te joden la marrana. Si esto es diario o casi, te pueden llegar a amargar. Si esto, que es a pequeña escala, se traslada a terrazas medianas o grandes, la afección es muy evidente. Ante esto, la opinión –qué menos que eso– y la disposición de los vecinos de las zonas más afectadas debería ser de obligada escucha para el Ayuntamiento, algo que ha vuelto a brillar por su ausencia, ya que la maquinaria administrativa y hostelera tiene mayor poder que unos vecinos a los que en ocasiones se les tacha de insolidarios o quejicas. Ya digo, cada terraza, barriles, mesas, según calles, horas, etc, es un mundo y soy el primero que quiere que quienes pasan apuros puedan sacar la cabeza, en lo Viejo y fuera. Lo que no es de recibo es convertir la ciudad en una terraza al aire libre.