Barrio

Ana Belasko – Domingo, 19 de Febrero de 2017

Esta semana, el Foro de Barrios, los encuentros del Ayuntamiento con los pamploneses para conocer sus demandas, se ha centrado en el Casco Viejo. La cita giró en buena medida alrededor de los problemas de convivencia entre el vecindario y la hostelería, situación que tiene soliviantada a una parte de los más de 10.000 vecinos del centro histórico. En medio de sus reclamaciones, alguien metió baza y habló de los niños. Ellos, que ni siquiera tienen un polideportivo en el que jugar, ven cómo sus plazas son cada día más estrechas por culpa de las terrazas de los bares y los 400 alumnos de las Escuelas de San Francisco no pueden salir a su pequeño patio los días de lluvia porque éste no dispone de cubierta.

De todas las demandas del Casco Viejo, aquellas relativas al bienestar de los chiquillos son, o debieran ser, las más urgentes. Antes y ahora, miles de críos han tenido que jugar al balón molestando a las personas que con ellos compartían calles y plazuelas, se han roto las rodillas contra adoquines al saltar a la cuerda o andar en bici y han buscado esquinas oscuras y solitarias para que no les echaran el alto mientras hacían cosas de chavales. Cuando una ciudad descuida y ofrece tan poco a los niños de un barrio, es seguro que éste acabará mal.

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