A lo importante
Jorge Nagore – Domingo, 28 de septiembre de 2014
El viernes Alberto Gil recogía en un artículo la contundencia de las cifras que hablan del incremento de la actividad hostelera desde que en 2006, con Barcina de alcaldesa y no en un momento de crisis económica, se levantó la declaración de zona saturada en el Casco Viejo de Pamplona. En 8 años se ha pasado de 185 a 230 establecimientos, lo que supone un incremento del 24%, una realidad que siendo notable dice pero no dice todo: yo he vivido en un piso dos pisos más arriba de un bar que organizaba las famosas vikingadas los sábados a la hora de comer, que abría las ventanas para que los comensales completamente mamados fumaran y gritaran y eso no lo recoge la cifra. Tampoco que el primer bar entrando a San Gregorio desde San Nicolás en la acera de la izquierda lo regenta ahora un asiático que abre a las 6 de la mañana y pone cubatas a 4 euros y que aquello es en realidad un after en plena calle o que el bareto más de moda de San Nicolás desde hace unos años jamás tuvo doble puerta y la que tenía siempre estaba -no sé ahora- abierta de par en par y que esto son solo tres leves ejemplos de qué nivel de ruido, descontrol, suciedad, normativa pasada por el forro y en resumen una invasión de la vida supone la actividad hostelera y de los clientes durante varias fases de la semana casi todas las semanas del año. En ese artículo, el portavoz de la Asociación de Empresarios de Hostelería de Navarra, Nacho Calvo, decía que «es comprensible» que los vecinos estén molestos, pero al tiempo pedía una mesa de debate con todos los agentes implicados en la que también se afronten «los chiringuitos que venden bebidas o las licencias exprés que se dan en San Fermín». Señor Calvo: se está tratando de un problema de salud pública, de seres vivos, de convivencia. Los asuntos económicos legítimos trátenlos de tú a tú con quien no hace su trabajo. Esto es más importante.