‘Sanferminización’

La degradación a que ha llegado el Casco Viejo pamplonés, consecuencia de la política extractiva de alta intensidad de la nueva hostelería depredadora, no es sólo un gravísimo problema para este barrio. Lo es también para toda la ciudad. Cierto que el resto de la ciudad no lo padece. Porque tiene otros usos menos agresivos en detrimento de un barrio atomizado donde se centraliza la hiperactividad total. Y es que la permanente sanferminización de su territorio, sometido a una juerga a jornada completa, ha hecho saltar las alarmas. Y esto, además de una crisis de barrio, también lo es de modelo de ciudad.

El atracón de bares, aglomeraciones, berreas nocturnas, el ocupacionismo voraz del espacio público, la irresponsabilidad de ciertos hosteleros y una barra libre sin control, han hecho de este barrio la escupidera de la ciudad. Y lo paga una vecindad maltratada que busca refugio en la diáspora y un comercio minorista forzado al exilio. Y es que, lo que en su día Mario Gaviria definió como el espacio de la fiesta y la subversión, se ha quedado en mucha fiesta y poca subversión.

Hay que reconocer al actual Ayuntamiento, frente al anterior que miró para otro lado, las iniciativas en marcha. Pero ni son únicas, ni mucho menos suficientes. Esta situación no se resuelve solo con buena voluntad, ni apelando a la conciencia privada, ni conciliando derechos enfrentados. No. Esta situación requiere valentía. Obliga a pensar en el modelo de barrio. En los usos y abusos que lo han desequilibrado. Y nombrar a las cosas por su nombre para actuar en consecuencia. Sin pánicos escénicos ni hipotecas ideológicas. Para saber por qué este barrio ha elegido el naufragio para mantenerse a flote. Para saber por qué nos han robado un territorio amable y solidario convertido hoy en un engendro inhabitable.