Saturación
Juan Torrens Alzu – Miércoles, 21 de enero de 2015
No digo yo que el Casco Viejo sea el único barrio de Pamplona que sufre las consecuencias de la contaminación acústica y las molestias producidas por el ocio nocturno los fines de semana pero, debido a sus particulares características y siendo el destino de turistas como centro neurálgico, social y emblemático de la ciudad, merece un tratamiento especial.
Bien está que, tras el hartazgo y desesperación de una parte sustancial del vecindario, la Corporación Municipal tome la determinación de revisar la normativa municipal respecto a los establecimientos de hostelería (que ya tuvo declarado el Casco Viejo zona saturada de bares durante muchos años) pero, dada la situación de dejadez de la que ha hecho gala los últimos años, me temo que va a tener una ardua y laboriosa tarea.
De todas formas, celebro que el Ayuntamiento se decida de una vez a intentar poner coto a un desaforado ocio alcohólico de fin de semana que convierte el Casco Histórico en un macrobotellón, limitando la concesión de licencias, exigiendo el cumplimiento de la normativa tanto de las infraestructuras como de la clientela, delimitando la instalación de terrazas que respeten las dimensiones de la calzada y la circulación vial, vigilando la venta de bebidas alcohólicas (también a menores) en locales sin la pertinente clasificación de bares a altas horas de la madrugada, acotando el aforo tanto en el interior como en el exterior de los bares, velando porque se respete el horario de cierre e impidiendo las conductas incívicas, insalubres y vociferantes que poco tienen que ver con el ocio y mucho con el gamberrismo más excesivo, ante la inexplicable desaparición de la Policía Municipal durante la noche. Recursos y dotaciones tiene el Ayuntamiento para hacer cumplir las normas.
Se corre el peligro, también, de que las escasas calles que tienen pocos o ningún bar (que alguna queda aunque tampoco estén libres de alboroto, orines y griterío bien entrada la noche) vean florecer nuevos locales y, mientras no disminuya la densidad de bares, creo que habría que replantearse seriamente el volver a considerar todo el barrio como zona saturada.
El año 2009 el área de Comercio y Turismo declaraba el Casco Viejo saturado de entidades bancarias e insistía en no dejar abrir más oficinas a menos de 100 metros de otra ya existente, ya que resultaba fundamental preservar su tejido comercial y que dicha concentración rompía “la continuidad en la deseada trama comercial dificultando la consolidación de la zona como un gran centro comercial urbano”.
Algunos podemos pensar que una oficina bancaria es mucho más perniciosa, peligrosa e incluso puede resultar más molesta que un bar, aunque no sé si opinarán lo mismo los vecinos de San Nicolás, Navarrería, Estafeta…