Revitalizar
Jorge Nagore – Viernes, 14 de noviembre de 2014
Para ser concejal o concejala de Comercio y Turismo de una ciudad te basta y te sobra con saber conjugar el verbo revitalizar. Tú te empollas el verbo y ensayas con él unas cuantas frases delante del espejo con el bote de champú haciendo de micro y a vivir. La concejala de Pamplona María Caballero lo captó bien y la otra tarde tras una reunión con vecinos del Casco Viejo hartos del jaleo nocturno -y mucho diurno- comentó que las nuevas aperturas hosteleras habían contribuido a “revitalizar el Casco Viejo”, a la vez que negó que se pudiesen suspender las licencias en marcha para la apertura de más bares “porque es un acto reglado y hacerlo sería prevaricación” y anunció que para diciembre se va a poner en marcha una campaña cívica, ya saben, de esas de “sean ustedes buenos”. Aquí lo único que se ha revitalizado -y mucho- es el ruido, a no ser que considere que las ventas de Orfidal, Trankimazin, tapones de cera, dobles ventanas, etc son “revitalizar”. Un casco antiguo para ser un sitio agradable, en el que poder conjugar ocio y la vida de sus vecinos, no necesita tanto bar. Y es única responsabilidad de un ayuntamiento diseñar qué clase de ciudad quiere, qué clase de barrios quiere y por tanto qué clase de vida ofrece a sus vecinos. Si toda su capacidad se ciñe a avisar a los ciudadanos de que ahí vive gente y que se porten bien eso ya lo dicen las madres cuando sales de casa de mambo: “pórtate bien”. Aquí lo que hace falta aunque sea triste decirlo es parar esta barra libre de bares, vigilancia, multas y defensa de los vecinos, acosados en varias zonas por un modelo de ocio que se impone porque las autoridades lo permiten, jalean y alientan. ¿Prevaricar? Es lo que se lleva haciendo años en la salud de miles de personas que saben que viven en una zona animada pero no en una selva en la que no vive ninguno de los que deciden sobre ella.