«Me obligan a dormir con tapones, a medicarme y a huir de mi casa cada fin de semana»
Ana Largo | Palma | 18/11/2017
Es viernes por la tarde en El Terreno y algunos vecinos ya se preparan para otra noche «insoportable». ¿Qué sucederá hoy?, se preguntan. Si nada lo evita, será el inicio de otro fin de semana semana más, otra madrugada de ruidos, otra noche eterna de peleas en plena calle, de botellones incontrolados y llamadas a los porteros automáticos que sobresaltan e interrumpen el sueño. El Terreno quiere dormir, pero el descontrol se sigue apoderando de la noche y los vecinos «ya no podemos más». En esta barriada de Palma se siente abandonados y «muchísima gente, vecinos de toda la vida, se ha ido porque no podían más». «El Ayuntamiento parecía que lo quería arreglar y nos lo creímos. Pero todo está igual», lamenta una vecina.
La desesperación de este barrio se despierta cuando el resto del mundo duerme. El problema ahora, según comparten, es que los clientes de determinados locales de la calle Joan Miró ocupan la vía pública para continuar la fiesta, bares que saturan su aforo y amplían metros a costa de la vía pública. «Las aceras están llenas de niños, y digo niños porque muchos son menores de edad. Están en la calle porque en los bares no caben y beben, se pelean, hacen ruido, tocan a las puertas… Cuando ya no podemos más, llamamos a la policía, pero no sirve para nada». El próximo fin de semana todo seguirá igual.
Algunos de los testimonios de este reportaje pertenecen a personas que llevan viviendo toda la vida en El Terreno, «mi marido nació aquí y marcharnos nos da mucha pena, pero no sé cuánto podremos estar así». Esta vecina es de las que intenta huir de la barriada cuando determinados locales levantan la persiana. Cuando no puede hacerlo, sobrevive «cambiándonos a una habitación más interior, con tapones y con una pastillita». No es la única que se medica para soportar la noche y otros han insonorizado la vivienda, «lo que nos obliga a tener que vivir con aire el puesto».
La calle de las pesadillas
Algunos vecinos, que prefieren no revelar su identidad, sostienen que el problema se centra en varios puntos de la calle Joan Miró, una calle que se ha convertido en una pesadilla para ellos. «Son locales que entre semana están cerrados, que suelen abrir a partir del jueves por la noche y que ni siquiera tienen la licencia para hacer lo que hacen. Lo hemos denunciado, pero aquí no viene ninguna inspección».
Algunos de estos bares disponen de terraza y «la tienen abierta hasta que quieren. Hablan, cantan, se pelean… A veces son las tres de la mañana cuando la retiran. Las normas no existen. Tampoco para quienes quieren hacer botellón. Vino el alcalde a hacerse la foto con los carteles que anuncian multas para el botellón y el fin de semana siguiente los jóvenes hacían botellón bajo el cartel». Esta misma persona muestra imágenes de cómo despierta la plaza Remigia Caubet, marcada por la fiesta que se vive en la calle.
Durante los últimos meses, muchos de los vecinos han grabado la situación que viven cada fin de semana. Es la prueba que tienen para demostrar lo que en este reportaje denuncian. Sus quejas van más allá de la noche, porque después de la noche en vela, llega la mañana y con ella los afters.
De jueves a sábado, El Terreno se convierte en caldo de cultivo para la fiesta descontrolada. «Es así desde hace cinco años», cuenta otro vecino que lleva más de diez viviendo en la zona. «Aquí no hay control, hacemos todo lo que nos dicen los políticos y la policía, pero es absurdo y una pérdida de tiempo». Muchos han desistido, pero otros siguen llamando a la policía cada fin de semana. «Así no se puede vivir». Y la prueba de que es así es que El Terreno, esa zona que el actual equipo de gobierno quiere revitalizar, huye de sí mismo para que el desespero no les lleve «a tomarnos la justicia por nuestra mano, que es lo que parece que quieren que hagamos».