Hostel Unzu: nueva amenaza para el Casco Viejo
Marian Antoñana Ábalos, Piluka Azparren Jimeno, Ana Díez de Ure Eraul, Julián Fernández Sánchez, Itziar Gradín San Martín, Javier Hualde Bilbao, Belén Lora Larrea, Nestor Martínez Nieva, Julio Pérez García, Junta Directiva de la Asociación Convivir en lo Viejo/Alde Zaharrean Bizi 26 de octubre de 2017
El Casco Viejo de Iruña está asistiendo en los últimos años a un espectacular cambio de imagen, tanto en su dimensión urbana como en la visión simbólico-referencial, por ser el gran escenario central de la ciudad. Inicialmente ese gran cambio vino producido por la rehabilitación de muchas de sus viviendas, la peatonalización y la reurbanización de sus calles. Ese cambio creemos que incidió de manera positiva, con sus iniciales contradicciones y ajustes, en la primera modificación del espacio urbano que reajustó la convivencia y el desarrollo.
En los últimos años el Casco Viejo está siendo sometido a una serie de fenómenos que están alterando la dinámica residencial y las pautas de convivencia. Estas dinámicas en líneas generales tendrían que ver con los siguientes indicadores:
1.- Saturación del espacio urbano y atomización del mismo derivada de la programación intensiva de actos y dinámicas festivas. El Centro Histórico es considerado por los colectivos y entidades del resto de la ciudad como el espacio por excelencia donde todo se celebra, la fiesta, la escenificación de todo tipo de eventos: culturales, gastronómicos, deportivos, políticos, etc.
2.- La segregación de los espacios de consumo, trabajo y vivienda ha generado una progresiva desertización y degradación del comercio minorista. Asistimos al abandono y cierre de decenas de pequeños locales. Y no se generan nuevos escenarios de compra cercana. Al contrario. Estamos ante el mayor desembarco de grandes capitales hosteleros que han capitalizado y monopolizado las calles de nuestro barrio alterando gravemente la convivencia. Y esto es así debido al constatado incumplimiento de normativas, horarios e inadecuación de sus licencias de actividad. Asistimos a una “hostelerización” de nuestro barrio convertido en un parque temático de monocultivo hostelero. Un negocio que ha logrado apropiarse mediante las terrazas, carpas y eventos del espacio público del Casco Viejo.
3.-La marca San Fermín/Pamplona es la base de la nueva política de turistificación de la ciudad que pretende ir más allá de esa semana de excesos por excelencia. Desde diversas iniciativas, tanto públicas como privadas, se trata de activar un supuesto turismo sostenible en nuestra ciudad, sin sostenibilidad real para el vecindario. En este sentido podríamos decir que Pamplona-Iruña quiere ser rentable para ciertos intereses. O lo que es igual, quiere ser vendible. Su suelo, sus espacios, su cultura, sus redes de consumo, sus recursos se reformatean y quieren ser rentabilizados -bajo este mantra turístico- de manera más eficaz. Uno de los principales escenarios de recualificación es la vivienda. Estamos observando dos tendencias. Por un lado, se está produciendo un encarecimiento de las viviendas de alquiler en nuestro barrio. Por otro, observamos un incremento de alojamientos privados con fines turísticos no residenciales. Estos pisos-apartamentos acogerán a una población flotante sin vinculación con el barrio. Según estudios recientes, el 52% de los apartamentos alquilados desde la plataforma Airbnb en nuestra ciudad, se encuentran en el Casco Viejo/Alde Zaharra. Y un 28% de estos apartamentos están en manos de multipropietarios ligados a grandes grupos inmobiliarios.
4.- El barrio ha perdido población. Desde 2006 se inicia un descenso imparable, justo en el momento de liberalización de la veda hostelera, con la consiguiente degradación del espacio urbano: aumento del ocio nocturno sin control y aumento de ruidos degradantes y todo tipo de molestias asociadas. El Casco Viejo ha perdido un 12,5% de su población desde 2006, con mucha diferencia el mayor descenso producido en cualquier barrio de Pamplona. Por ello nacen menos niños y niñas. El barrio ha perdido el 35,5% de su población menor de cinco años desde 2006. Los vecinos y vecinas inmigrantes se van en busca de alojamientos más baratos. Desde 2006 hay un 42,8% menos de población inmigrante, en un periodo en el que dicha población ha crecido en nuestra ciudad un 7,3%. Hay más, en 2016 el Casco Viejo era el barrio con mayor número de pisos a la venta en relación a su tamaño. Y es que, es una evidencia, hay una tendencia protagonizada por clases medias y medias-bajas a abandonar el barrio vendiendo sus casas en busca de espacios más amables. Todo esto sin olvidar que en este barrio viven aproximadamente 1400 vecinos y vecinas mayores de 70 años para quienes la movilidad diaria y la convivencia es una aventura.
5.- En este escenario, ya de por sí saturado, surge la noticia. Una promotora inmobiliaria ha comprado la antigua sede de UNZU en la calle Mercaderes. Según noticias de prensa, en este espacio se pretende abrir un “hostel”. Se trataría de un alojamiento compartido, de bajo precio. Esto ya nos sitúa ante un nuevo escenario de socialización de espacio y utilización del mismo. Se pretende construir un macro-albergue de 277 plazas, que lo convertiría en el tercer establecimiento hotelero en capacidad de Pamplona, solo superado por los hoteles NH Iruña Park y Tres Reyes, y de cuya gestión se haría cargo una multinacional del sector. A ello habría que añadir un restaurante-cafetería en planta baja y un salón Chill out en planta sexta.
Creemos que un proyecto de estas características viene a rematar, aún más si cabe, el ya degradado espacio central de nuestro barrio. Una operación así, por el impacto que se prevé, debería ser revisada y reconsiderada de inmediato por el ayuntamiento. Una primera consecuencia sería la inminente desaparición de los pequeños albergues familiares del barrio, incapaces de sostener la competencia a la baja de este nuevo gigante de la hostelería low cost. Y si algo nos tememos, es el brutal impacto acústico-ambiental y sobre la convivencia en el barrio del “turismo de borrachera” que previsiblemente generará este establecimiento.
No entendemos a este ayuntamiento, en cuya agenda amable y ciudadanista se habla de sostenibilidad, desarrollo razonable, turismo amable, participación, desarrollo comunitario y una serie de conceptos teóricos que creemos esconden una incapacidad de gestión de las problemáticas derivadas de este desequilibrio entre derechos residenciales, ciudadanía y la propia gestión del espacio público en Alde Zaharra. Porque desde que el PEPRI fuera revisado a la baja, el barrio, ese barrio residencial y su ciudadanía, van perdiendo el derecho a la ciudad frente a los grandes capitales hosteleros. Esto está imponiendo un modelo de barrio, no más dinámico, sino más mercantilizado. Los vecinos y vecinas somos el barrio. No estamos de sobra ni aceptaremos ser ignorados.
Publicado en Diario de Noticias el 26 de octubre de 2017, en Gara el 27 de octubre de 2017 y en Navarra Orain el 31 de octubre de 2017