Un turismo responsable, por el bien de todos
Editoriala 2017/07/10
El reportaje de hoy sobre la parte vieja de Donostia culmina una serie con la que GARA se ha acercado a un fenómeno antiguo pero en visible aumento que, arrancada la temporada estival, está en boca en todos: el turismo. Conviene abordarlo sin demasiados apriorismos. Es un debate complejo del que difícilmente se extraerán conclusiones útiles si se aborda desde la visión más naif que se felicita por cada nuevo récord de visitantes. Tampoco si el punto de partida es la visión más hostil que enarbola el «Tourist go home», ignorando las hordas de vascos que cada verano salen de Euskal Herria rumbo a otros destinos turísticos.
El turismo es la gallina de los huevos de oro en Donostia y buena parte del litoral vasco –uno de los retos es diversificar los destinos turísticos–, por lo que no parece muy inteligente renunciar a él. El problema llega al constatar que el gallinero es de todos, pero los huevos de oro, no. Lejos de la supuesta economía colaborativa en la que pretenden circunscribir su actividad, las plataformas de pisos turísticos –la mayoría de ellos ilegales pero permitidos por la inacción institucional– acaban desencadenando un modelo low cost que abarata los costes para el turista a costa de los vecinos, que ven, por un lado, cómo la redistribución de los ingresos decrece –se pagan menos impuestos– y, por otro lado, cómo la presión sobre el mercado inmobiliario de alquiler se dispara. El precio de la vivienda en Donostia no es algo nuevo, ni se debe en exclusiva al turismo, pero su influencia –como se ha visto en Venecia o se está viendo en el centro de Barcelona– es innegable.
El riesgo es que lo que ahora es una tendencia se acabe convirtiendo en un fenómeno irreversible y el turismo acabe vaciando de vecinos –y de identidad propia– lugares como la parte vieja donostiarra, algo que, según apuntan los expertos, ni siquiera conviene a la industria del turismo, que debería ser la primera interesada en mantener el carácter de un lugar y no reducirlo a un mero decorado.